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03/06/2022La ingeniería nos enseña que un edificio, para mantenerse unido y coger altura, necesita estructuras verticales, pero al mismo tiempo transversales para mantenerlo unido y estabilizarlo. En el cuerpo humano estas estructuras están representadas por tres diafragmas: el craneano, el torácico y el pélvico.
En este post nos centramos en la función del diafragma torácico: el músculo que divide el torso por la mitad, separando la caja torácica de la cavidad abdominal. Se origina en el centro tendinoso y desde allí se une a las vértebras lumbares, la caja torácica y el esternón.
Andrew Taylor Still, padre de la osteopatía y gran conocedor de la anatomía humana, dijo que por el diafragma torácico: » se vive y se muere. En él está el poder de la vida y de la muerte; aprende a conocerle y serénate». La frase de Still es bastante cierta y nos surgiere varios argumentos…
El diafragma controla nuestra respiración.
Empecemos diciendo que el diafragma sirve principalmente para … ¡respirar! Por lo tanto, es evidente que no podemos prescindir de su servicio. Cuando inhalamos, el diafragma tira hacia abajo y, debido a este movimiento, los órganos internos son empujados hacia fuera (por eso el vientre se hincha cuando respiramos) y la caja torácica se expande. Si no lo utilizamos correctamente, al ser un músculo, el diafragma acabará perdiendo su elasticidad produciendo varios efectos negativos.
Consecuencias posturales.
Para la postura humana, el diafragma es un músculo fundamental, especialmente para la columna vertebral. Como hemos dicho, cuando se contrae, el diafragma empuja los órganos hacia fuera y ensancha la caja torácica: ¿Esto sería posible si no estuviera unido a una columna vertebral sólida? ¡Por supuesto que no!
Por esta razón el diafragma está muy relacionado con los problemas de postura y de la columna vertebral. Un ejemplo: si mantenemos una postura muy «tensa» y rígida, el diafragma se ve afectado y percibimos una sensación de falta de aire. Por contra, cuando es el diafragma el que no funciona bien, sus movimientos incorrectos terminan “arrastrando” la columna vertebral provocando dolorosas inflamaciones. De hecho, una de las consecuencias más comunes de este malfuncionamiento coincide con uno de los problemas que más frecuentemente tratamos en consulta: las cervicalgias.
Diafragma y cervicales.
El diafragma tiene una importancia estratégica para los músculos del cuello.
Cuando entra en acción, «tira» hacia abajo, permitiendo que la caja torácica se expanda. Sin embargo, si no hubiera ninguna fuerza que estabilizara el tórax desde arriba, este sería arrastrado hacia abajo. Los músculos cervicales sirven entonces para mantener en su sitio la parte superior del pecho, permitiendo la expansión de la zona inferior.
Por esta razón, las personas que tienen una respiración «tensa» y ansiosa suelen sobrecargar los cervicales. Incluso hay quienes utilizan tan poco el diafragma que respiran casi exclusivamente con la parte superior del pecho: ¡en la práctica utilizan los músculos del cuello para respirar! Estos tipos de situaciones provocan una sobrecarga cervical que el cliente percibe como rigidez, dolor y tensión en el cuello.
La importancia del diafragma en dorsalgias y lumbalgias.
El diafragma es, por tanto, el músculo fundamental para nuestra columna vertebral; por ello, es imposible no tenerlo en cuenta cuando tratamos dolencias o tensiones en la espalda. De hecho, en las sesiones de osteopatía, a menudo conseguimos muy buenos resultados tratando los dolores de espalda reeducando el diafragma.
En el caso de un dolor de espalda generalizado, la influencia del diafragma se percibe sobre todo a nivel emocional. De hecho, este músculo es bastante “sensible”: es el primero en ponerse rígido cuando estamos bajo estrés. Pensad, por ejemplo, en cómo «aguantamos la respiración» después de un susto o en el suspiro de alivio que soltamos inmediatamente después de superar una gran tensión.
Bajo ansiedad o estrés, el diafragma tiende a endurecerse provocando dolor en las estructuras vertebrales y musculares de la zona dorsal.
Sin embargo, en caso de lumbalgia, la explicación de su influencia es, como en el caso del tracto cervical, de naturaleza anatómica. El diafragma necesita una base sólida a nivel de la columna vertebral para ejercer su acción sobre la caja torácica. En la parte superior, esta tarea la realizan las cervicales, mientras que, en la parte inferior, el apoyo lo proporcionan los músculos erectores de la columna y el músculo psoas (fuertemente ligado al diafragma). En este caso también, si el diafragma no se mueve correctamente, puede reflejar vicios funcionales y dolencias a nivel lumbar.
Nuestra salud pasa por el diafragma.
Por desgracia, las causas de un mal funcionamiento diafragmático pueden ser varias. Muchas personas se pasan el día sentadas, encorvadas y en un estado de tensión perpetua; otras pueden ser más «dinámicas», pero sufrir de tensión emocional… situaciones, entre otras, muy comunes y comprometedoras para el diafragma. Pero no hay que preocuparse, no todo está perdido, ¡al contrario!
La osteopatía y los masajes descontracturantes, sobre todo si se combinan con un adecuado ejercicio físico, una reeducación postural y respiratoria, representan una valiosa ayuda para los problemas inflamatorios analizados. El osteópata ayuda a reeducar el diafragma, a aliviar el empuje hacia abajo y reducir la desorganización estructural del sistema. Una buena reeducación diafragmática puede reducir la tensión muscular en la columna vertebral, el dolor cervical, de espalda y lumbar, alivia la tensión emocional y hasta ayuda a la funcionalidad digestiva y reduce la hinchazón gastro-entérica.
“Despertar” y hacer trabajar correctamente a nuestro diafragma es clave para la salud. Pídenos cita y descubre los varios beneficios que te aportaría.
Post escrito por J.C.
Photo Credits: Karolina Grabowska – Pexels